domingo, 2 de agosto de 2009

COMPRENCION E INTEGRACION

COMPRENCION E INTEGRACION

Estudiando, desentrañado un texto dramático nos vamos encontrando poco a poco con una situación, un conflicto humano que mueve a los personajes. A veces es el conflicto lo primero que nos impresiona pero, aún así, con el estudio detallado del texto vemos que este mismo conflicto se profundizo, alcanza mayor solidez, se afirma: aparece claro entre nosotros. Los problemas que más nos impresionan -y por tanto vemos más claros- son aquellos que están más cerca de nosotros; aquellos que evocan momentos que hemos vivido o deseamos vivir, aquellos que representan personajes que nosotros contenemos en germen, o que conocemos de cerca
El actor dramático y el artista en general, se esfuerza en ser colaborador del autor, el que hace posible que la obra de este se vea hacer llegar a los distintos individuos, cargado con distintos problemas, algo del dolor o la alergia ajena, tratando de revelarla -o despertarle- sentimientos y emociones que le ennoblecen, que le acercan a la universalidad de su destino; el actor es el que completa, esto es, viva y en contacto con el espectador.
Al autor le es permitido -hasta cierto punto, claro- limitar el campo de su atención hacia unos problemas determinados, aunque la llamada "problemática" de los autores es más una forma de ver todos los problemas que inclinación hacia determinado tipo de ellos. Pero si existiera un autor con un único problema en su temática, ello seria totalmente admisible, mientras que el actor, que hoy interpreta a SHAKESPEARE y mañana a MENDIGO, después a un MAGISTRADO tendrá que interpretar otra con CAMPESINOS, no es posible limitar el número de casos que le interesen, sin peligro de encerrarse o especializarse demasiado. Esto no quiere decir que deba necesariamente pendiente de todo, siendo muy posible -e incluso corriente- que un actor no se interese aparentemente, habitualmente, por nada, posea una capacidad interior de entrega que lo haga en un momento dado, interesarse vivamente por algo que antes ni siquiera conocía.
Pero, como debe ser norma en el estudio de toda materia, dejemos las cosas excepcionales y digamos que el actor, si bien no le es conveniente limitarse, ni necesario interesarse por todo, no lo está en modo alguno permitido "desinteresarse”
Para el actor, que debe hacer vivo tantos personajes, son necesarias las vivencias y, como si tuviese que vivir toda clase de situaciones no le quedaría tiempo para dedicarse a su labor específica, bueno será que aproveche la experiencia ajena. Veamos cuales son los elementos que le permitirán un mayor aprovechamiento, con miras a su arte, de dicha experiencia:
1º ENTENDER. (Es decir, ver clara la experiencia de los damas, imaginarla con facilidad y precisión, entender su mecanismo externo y sus móviles internos).
2º COMPRENDER. (Encontrar una lógica, por escondida y contradictoria que sea, en la acción ajena; comprender perfectamente el "peor que" de dicha acción y hacerse partícipe de ella).
3º INTEGRARSE. (Como penetrarse íntimamente en la acción leída, observada o relatada, hasta viviría al mismo tiempo que la leamos, la vemos o nos es narrada: "estar" en la misma acción ajena).
Un ejemplo lo podemos encontrar en las actitudes de diversos espectadores en un partido de fútbol: a) el que no ha presenciado nunca un partido ni tenía noticias de ellos; su actitud será de desconcierto, no entiende nada de lo que ocurre: un puñado de hombres se desplazan mientras otros patean un balón y miles de espectadores rugen incomprensiblemente; b) otro, en la misma circunstancia, se da cuenta rápidamente de que se trata de dos equipos y que lo importante es meter el balón en la portería (gol) adversaria; lo que le parece absurdo es el ardor con que lo hacen y la posición de miles de espectadores; este ha entendido solamente el mecanismo; c) otro, entendiendo también el mecanismo del juego, sabe hacerse cargo de la pasión que puede despertar una lucha viril y espectacular como el fútbol, cuando se han puesto -por parte de los espectadores y en el símbolo de unos colores-, las mejores ansias de victoria, dormidas por la monotonía de la vida cotidiana. Este nuevo espectador a comprendido que el fútbol es una válvula de escape para ciertas necesidades superiores del hombre -ideal, lucha, victoria- pero no comparte, y d) el hombre que entiende, y toma rápidamente partido y deposita todo su frenesí en los colores de un equipo, sufriendo con la derrota sobre el césped y participando materialmente con sus gritos en la contienda.
En el actor podemos encontrar exactamente el mismo proceso; emparentemos el ejemplo anterior con el archiconocido personaje de Hamlet: el actor correspondiente al caso a) del partido, encontrará absurdas -aunque no confiese públicamente- las reacciones del príncipe de Dinamarca, sus decisiones repentinas. Cuando lea la escena de polonio, se dirá "¿Que hace?" no entenderá qué es lo que pretende ni a qué viene un personaje tan absurdo y contradictorio como Hamlet. El del caso b) entenderá perfectamente la trama con sus móviles mecánicos: sobré que se trata de una venganza y que Hamlet se finge loco; el c) sin embargo, abarcará ya toda la dimensión de la obra -si es que puede alcanzarse-comprendiendo las dudas que surgen en Hamlet y que mezclan en él la intransigencia y la cobardía, la fuerza y la debilidad... vera claro el "por qué" de estas dudas; en el caso d) el actor vivirá junto a Hamlet sus problemas, será en cierto modo él, dándole vida dentro de si.
Hablando con el cobrador de una comby me decía haber leído que una mujer humilde se había arrojado por un balcón a la calle a los dos días de ser abandonado por el marido, y dejando así dos hijos huérfanos. Y añadía: "el periódico dice que fue un exceso de locura... locura De que?" tal vez la explicación del periódico era justa y la definición médica de aquella reacción impensada era la de locura, pero aquel hombre sencillo y hablador, acostumbrado con el contacto con la gente humilde que se apretuja en las calles con su hambre y su misterio y sus ilusiones a cuestas veía mucho más allá; comprendía perfectamente la actividad de desesperada y abnegada de la pobre mujer -sencilla y débil- que se sentía incapaz de mantener a sus hijos de afrontarse cara a cara non la vida. Y en este hecho todavía se esconde una tragedia mucho mayor la de la falta de unos principios que den significado al dolor, que sea razón poderosa que encauce el sacrificio; aquella mujer, como tantos otros suicidas, era -con su sacrificio seguramente abnegado- una víctima ignorada. Locura... ¿De que?
No se trata, pues, de montar brillantes teorías filosóficas sobre los hechos mundanos, sino de "sentir", de "captar" como aquel humilde cobrador, esa vida que fluye a nuestro alrededor, de intuir y saberla presente, puesto que constituye la razón de ser del arte interpretativo.
Nada tan odioso como esos seudo- artistas envenenados en su círculo de envidias y vanidades, aborreciendo y despreciando las actividades ajenas, los afanes de la gente sencilla, cuyos problemas sólo les interesan en cuanto puedan servirles de trampolín para lucirse o situarse. De allí nacen esas interpretaciones amaneradas, frías y engoladas, escondidas muchas veces bajo el aspecto de una falsa originalidad, incluso de un mesianismo intelectualizado
Son gente que puede llegar a la comprensión y exposición de ciertos problemas profundos, a los que siempre faltara el calor de lo verdadero. Porque a la integración solo se llega con la entrega, con la transparencia, con la total voluntad de ser y de servir, porque la comprensión pertenece al intelecto, -aunque muchas veces sea motor de lo efectivo-, pero la integración corresponde al hombre en sí, en su totalidad, con todas sus potencias y sentidos y no admite dobles o ficción, ya que esta se transparenta en el resultado final.

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